Actividades de posgrado ¿A qué distancia?

Por Dr. Alejandro Oviedo
Sec. de Posgrado FHyCS

 

No hace mucho, quienes queríamos cursar una  carrera de posgrado teníamos que viajar lejos e instalarnos a vivir en otras ciudades, con las dificultades que esa posibilidad significaba.

En nuestra Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales, fuimos creando entonces opciones para estudiar aquí, carreras de calidad y muy comprometidas con las problemáticas de quienes vivimos y trabajamos en estos territorios.  Comenzamos invitando a investigadoras/es de trayectoria, que en cursos muy intensivos, nos abrieron perspectivas diversas y nos vincularon con comunidades académicas y científicas de universidades argentinas y de otros países.

Pero también fuimos armando nuestros equipos docentes, en distintas disciplinas como Antropología Social, Semiótica, y en el área más amplia de las Ciencias Humanas y Sociales, transformando a los Doctorados en una opción para nuestras/os docentes – estudiantes y para las/los que llegaron de diversas latitudes y longitudes.

La necesidad de formación profesional de posgrado en distintos ámbitos de intervención nos planteó nuevos desafíos y respondimos con la creación de Maestrías y Especializaciones interdisciplinarias, en Políticas Sociales, Abordaje Familiar Integral, Desarrollo Rural y Gestión del Desarrollo Socio Territorial. También nos vinculamos con otras universidades de la región, y creamos propuestas interinstitucionales, como la Especialización en Docencia Universitaria.

En la última evaluación para la acreditación de nuestras carreras, los pares de CONEAU (Comisión Nacional de Evaluación y Acreditación Universitaria) nos plantearon, entre otras sugerencias, fortalecer nuestros cuerpos docentes estables, en el entendimiento que para crear comunidad académica y científica es enriquecedora la participación conjunta de estudiantes y docentes en equipos de investigación, de extensión y transferencia, con actividades de acompañamiento, tutoría y dirección de estudiantes y tesistas, que se acrecientan con la proximidad y el trabajo colaborativo cotidiano.

Si bien hacíamos algunos intentos por diversificar las estrategias pedagógicas, la modalidad de las actividades de posgrado era fundamentalmente presencial en nuestras carreras, al igual que en el resto de las actividades sustantivas de nuestra Facultad: los cursos se desarrollaban en las aulas en las que estábamos varias horas sentados, los trabajos en grupo eran en ronda o en torno a una mesa compartiendo el mate, las tesis se presentaban ante evaluadores, estudiantes y familiares, con la expectativa y la emoción circulando entre las/los presentes.

En 2020, muchas de nuestras prácticas sociales y sobre todo las vinculadas a los procesos de enseñanza – aprendizaje se vieron abruptamente interrumpidas por las medidas de aislamiento primero, y luego de distanciamiento, para enfrentar los riesgos de la pandemia.

En nuestra facultad, rápidamente comenzamos a pensar otras maneras de sostener la “continuidad pedagógica”, de garantizar los derechos a la educación en sus distintos niveles y modalidades, independientemente de donde estuviera cada uno/a. Diseñamos diferentes “fases” frente a la agudización de las dificultades, buscando “asegurar el compromiso social con el derecho a la educación mediante acciones de todos los actores de nuestra unidad académica sostenidas en modalidades no presenciales apoyadas en las tecnologías de la información y la comunicación” (FHyCS, Plan institucional de Contingencia 2020, Fase 2)

Nuestras carreras de posgrado innovaron, implementando diversas estrategias para dar continuidad a las actividades académicas previstas, abriendo nuevos canales de comunicación entre estudiantes y docentes, y avanzando con los procesos de evaluación en curso.Los Comités Académicos reanudaron paulatinamente las reuniones, pero a través de plataformas de comunicación, y se comenzaron a organizar distintas actividades virtuales, sincrónicas y asincrónicas: conferencias, conversatorios, hasta que se concretaron los cursos con apoyo de plataformas educativas, como las aulas virtuales, pero sobre todo con el esfuerzo pedagógico de docentes y la predisposición de las/los estudiantes.

No fue un proceso fácil de transitar, y las distintas carreras lo hicieron con ritmos diferentes. Algunas/os estudiantes y otras/os docentes manifestaron sus dificultades de acceso a la conectividad, y las limitaciones laborales y familiares que se sumaron. Pero más temprano, o más tarde, todas las carreras dieron continuidad a las actividades de posgrado.

La modalidad a distancia, paradójicamente, abrió oportunidades de tomar cursos a personas que no podían hacerlo cuando eran presenciales, lo que también se manifestó en las defensas de tesis, con evaluadores y muchas/os asistentes inscribiéndose para seguir atentamente la presentación desde lugares remotos, generando de esta otra manera una comunidad científica, tal vez un poco más imaginada, pero no menos significativa.

Ahora que estamos pensando en nuevas carreras nos plantean el dilema de elegir una modalidad: presencial o a distancia. Después de la vertiginosa experiencia vivida en 2020 y 2021, ya no podemos volver a “como era antes”. Aprendimos a valorar (y a extrañar) las relaciones cara a cara, fundamentales en los procesos educativos. Pero también conocimos una multiplicidad de estrategias educativas y pedagógicas que nos abren nuevas posibilidades, y ponen en cuestión la rigidez de nuestros sistemas para dar cuenta de cambios tecnológicos, pero sobre todo sociales, que nos ponen ante un mundo que está cambiando más rápido.

¿A qué distancia pensaremos entonces las actividades de posgrado? Comparto la pregunta para reflexionar sobre quiénes son las/los sujetos y cuáles son ahora sus expectativas, sin perder de vista el objetivo de construir una educación superior pública, inclusiva y comprometida.                                                                                      Sec de Posgrado FHyCS