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El racismo se filtra hasta en la memoria. No es chiste, ni joda. (A propósito del 21 y 24 de Marzo).

Arón Milkar Bañay

“En tiempos donde nadie escucha a nadie
En tiempos donde todos contra todos
En tiempos egoístas y mezquinos
En tiempos donde siempre estamos solos”[1]

El 21 de marzo de 1960, una manifestación pacífica contra las leyes del apartheid en Shaperville, Sudáfrica fue brutalmente reprimida por la policía y dejó como consecuencia 69 personas fallecidas. En 1966 la Asamblea General de Naciones Unidas estableció esta fecha para rememorar, como un llamado a la reflexión, aquel trágico y violento episodio. Para Eduardo Galeano (1940-2015), en Ser como ellos y otros artículos, el apartheid fue el “sistema original de África del Sur, destinado a evitar que los negros invadan su propio país. El nuevo orden lo aplica, democráticamente, contra todos los pobres del mundo, sea cual fuere su color”. Pensemos en el apartheid contra el pueblo palestino, es el apartheid del Siglo XXI.

Como señala el antropólogo Eduardo Menéndez, la violencia racial no solo está relacionada a los campos de concentración nazis o al apartheid, lo hizo durante siglos y continúa en escenarios cotidianos incluso en América Latina, donde afecta especialmente a personas indígenas y afrodescendientes. Pero el racismo en la Argentina se percibe como un problema que se vive en otras latitudes.

Aunque lo neguemos, el racismo es un flagelo que horada la diversidad constitutiva de nuestras sociedades. Actúa silenciosamente, de forma solapada, y en ocasiones explícita y abiertamente. Corroe mediante un tipo de discriminación que jerarquiza a las personas por su identidad étnica, su color de piel o su posición socioeconómica. Este tipo de clasificación de las personas, se refleja no sólo en los prejuicios y descalificaciones, también en la exclusión y menosprecio de sus historias, lenguas y conocimientos de nuestra conversación cotidiana (cuando no hecha de adjetivaciones ofensivas), como también en la exclusión de los planes de estudio de todos los niveles del sistema educativo. También se evidencia en la escasa participación de personas de pueblos originarios y afrodescendientes entre el estudiantado, docentes, autoridades y funcionarios. Estos problemas no afectan tan solo a las personas y a los pueblos indígenas y afrodescendientes. El racismo nos empobrece y embrutece, recibe escasa atención por parte de las instituciones públicas, los medios de comunicación y las Instituciones de Educación Superior (IES).

Es un componente más de la violencia, que puede llegar a terminar con la vida de una persona, atacada en patota, por ser “un negro de mierda”. Este mote “ofensivo” no tiene que ver solamente con el color de la piel, en la Argentina está vinculado a una marca de clase y a un movimiento político partidario, concretamente el peronismo.

La violencia escala desde lo más mínimo, que puede ser el chiste, la burla, la joda -podemos revisar lo que la Psicología aporta al respecto- el riesgo en lo indefinido del chiste no permite pertenecer del todo a ninguna clasificación. Otorga el escape de desdecirse si la persona interpelada advierte la suspicacia, “dale, es un chiste, no te ofendas”, “es una joda”. En mi nombre completo pueden entreverse marcas de inmigración y judeo-cristianismo. Es frecuente que me pregunten por el origen, de mis nombres e incluso si soy argentino,preguntas comunes que en ocasiones noto la doble intención en las expresiones burlescas (caras, muecas, gestos)… ¿sos judío?, a lo que respondo que no, y elijo tensar la situación, ¿y si lo fuera…cuál sería el problema?Es que hay marcas, pues, en el nombre y en si llevo o no barba. Marcas, “indicadores” de identidad.Es esa costumbre que tenemos de encasillar, etiquetar y clasificar para “comprender” a los demás, una costumbre que no es puesta en discusión, que no notamos y contribuye a nuestro “habitus social colectivo”, se vuelve doxa.

24 de marzo, Memoria, Verdad, Justicia y Democracia

Yo ya no pertenezco a ningún ismo, me considero vivo y enterrado” cantaba Fito Páez a fines de los 90, sin querer, o casi en línea con el pensamiento de Francis Fukuyama y su tesis sobre “El fin de la historia y el último hombre” (1992), en la que sostiene que la lucha ideológica en la construcción de la historia ha terminado y que, con el fin de la Guerra Fría, se imponía sin resistencia alguna, un mundo basado en la democracia liberal.La posmodernidad plantea la muerte de los meta-relatos y el fin de la Historia. Memoria, Verdad y Justicia es un meta-relato que retoma la historia y une a distintas generaciones en la búsqueda y construcción por una sociedad mejor. Retomar la historia para proyectar escenarios posibles.

Vivimos tiempos en que la identificación con ismos partidarios genera vergüenza o se pronuncia en voz baja. Son ismos desacreditados, aunque reproducimos algunos otros ismos, sobradas pruebas hay, que dañan profundamente nuestro tejido social.

Con cada conmemoración por la Memoria, Verdad y Justicia, aflora el discursodel negacionismo, vinculado a partidos y corrientes de pensamiento en la argentina, profundamente antiperonistas, para ellos también hay categoría clasificatoria: “gorilas”. Sectores que embebidos en odio, en conocidos momentos de la historia, han celebrado al cáncer (se lo dedicaron a Evita) y en reiteradas ocasiones instigado al magnicidio (“ayer”: Bombardearon Plaza de Mayo y Casa de Gobierno; “hoy”: colocaron bolsas mortuorias, guillotinas y otros métodos de tortura en la Plaza; gatillaron un arma cargada en el rostro de la Vicepresidenta de la nación).

Así como nos cuesta asumirnos como una sociedad colonizada; a muchos varones asumirnos machistas; a los argentinos en general, nos cuesta sobremanera reconocernos racistas y en no pocos casos, negacionistas.

“La intolerancia origina la intolerancia, el mundo sufre hoy una grave epidemia de suspicacia e incomprensión. Hay que aprender a convivir con el adversario, al menos con el adversario que actúa de buena fe” (RisieriFrondizi, 1983).

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Para saber más sobre estos temas:

Iniciativa para la Erradicación del Racismo en la Educación Superior

https://unesco.untref.edu.ar/

Semana de la Memoria: agenda de actividades de la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación: https://www.argentina.gob.ar/derechoshumanos/mes-de-la-memoria

Lic. Arón Milkar Bañay (n. 1987), docente del Departamento de Antropología Social de la UNaM. Agrupación Universitaria La 8 de Octubre.

Investigador Residente de la red interuniversitaria ESIAL “Educación Superior y Pueblos Indígenas y Afrodescendientes en América Latina”. Centro Interdisciplinario de Estudios Avanzados. Universidad Tres de Febrero (CIEA-UNTREF).

Contacto: ambanay@fhycs.unam.edu.ar

[1] Fito Páez, “Al lado del camino”. Álbum: Abre, 1999. https://www.youtube.com/watch?v=_qk5GYFOqRI&ab_channel=Absolut%28Fito%29Paez

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